EL DIVORCIO.
El divorcio a diferencia de la muerte es
una decisión voluntaria. Nadie está obligado a divorciarse, pues la mayoría de
los matrimonios se forman con las intenciones que duren una vida entera.
Las consecuencias de un divorcio por lo general son
devastadoras y de larga duración, sin tomar en cuenta la calidad de vida que se
tuvo durante ese matrimonio.
Si el matrimonio se caracterizó por haber sido
estable y bueno, va a dejar un dolor muy difícil de erradicar, a causa de los
recuerdos imborrables que quedaron en todos los miembros de la familia
envuelta, y en el resto de los familiares de la pareja. Los más afectados son
siempre los hijos, porque ellos no entienden ni aceptan las razones de una
separación. Ellos se niegan a mirar que una desgracia de esta clase pudiera
llamar a la puerta de su hogar algún día.
Si el matrimonio se caracterizó por ser inestable, con
muchos malos entendidos y discordias que hicieron la vida insoportable,
igualmente dejará mucho dolor y resentimiento por el hecho de haber confiado en
alguien que no llenó las expectativas y por el mejor tiempo de la juventud que
se fue sin haber sido aprovechado.
Como todo golpe en la vida el divorcio necesita una recuperación, esta recuperación tiene su período de duración el cual no se
puede acortar para evitar caer en una nueva tragedia.
Muchas personas creen
estar completamente recuperadas cuando todavía no lo están y se lanzan
prematuramente a la formación de una nueva relación, para sufrir un nuevo
fracaso. De esa manera, si no hacen un alto en el camino, se van a causar a sí
mismos un severo deterioro emocional.
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