jueves, 18 de febrero de 2016


ANTROPOLOGIA: UNA GUIA PARA LA EXISTENCIA.

 La Inteligencia pag. 141-164






El hábito es, pues, una perfección intrínseca, un incremento del conocimiento propio de la inteligencia. El hábito dice relación en primer lugar, a la facultad de la inteligencia, a esa parte de la naturaleza humana, que es la potencia intelectual en el cual el hábito inhiere, pero dice orden también al acto, porque mediante la posesión del hábito se actúa mejor. Los actos, pues, no son lo último, porque sólo se explican en correlación con los hábitos.


 Naturaleza de los hábitos:

Como esas potencias son herencia de nuestra naturaleza, una dotación natural, es nuestra naturaleza la que crece con la adquisición del hábito. Por consiguiente, el hábito es absolutamente necesario para el perfeccionamiento de nuestra naturaleza. El hábito implica, pues, un aumento, un crecimiento irrestricto de la facultad. Si eso es así, y las potencias espirituales del hombre, la inteligencia y la voluntad, carecen de límite puesto que no tienen soporte orgánico, su perfeccionamiento puede ser ilimitado. El hábito es la refluencia de ese dar en la inteligencia. Por eso los hábitos exclusivos de la inteligencia en rigor no se pierden. Las virtudes también son fruto del otorgamiento libre de la persona a su voluntad, pero, aunque son difícilmente mudables, sí pueden crecer, disminuir e incluso perderse. crece.

Los hábitos son la conciencia racional. Por eso hay que admitir pluralidad de hábitos. Los hábitos de la razón teórica nos permiten conocer actos de la razón en su uso teórico. Los hábitos de la razón práctica, iluminan los actos del uso práctico de la razón.
habito de la lectura

Las virtudes de la voluntad:

Virtud viene del latín “vis” que significa fuerza. En el lenguaje ordinario hablamos de “ser fuerte de voluntad” para trabajar, estudiar, etc., ¿Qué significa eso? La virtud –solía decirse– es el “hábito operativo bueno de la voluntad”. Mientras estas perfecciones adquiridas en la inteligencia se llaman hábitos sin más, en la voluntad se designan con el nombre de virtudes o virtudes morales. La voluntad es sujeto capaz de virtud porque está abierta –merced a la ayuda de la inteligencia– a todo, a objetos diversos, incluso contrarios; por eso es conveniente que haya ciertas cualidades que inclinen a la voluntad a lo bueno, y eso son las virtudes. 

Ninguna virtud, por tanto, es innata. No caben de entrada hábitos innatos en la inteligencia ni tampoco virtudes innatas en la voluntad. Naturaleza elevada ya no es “naturaleza natural” sino “naturaleza indirecta”, pero no del mismo nivel que aquélla en estado natural, sino “supernaturaleza”. Ahora cabe sacar de eso otra implicación: si el modo de ser de los vivos depende del grado de vida, una razón con hábitos y una voluntad con virtudes son más vivas que las que carecen de ellos.


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Distinción entre hábitos y virtudes:

Algunos hábitos de la razón, los teóricos, decíamos, se adquieren con un sólo acto. Las virtudes de la voluntad son de este segundo tipo. Son más permanentes. Eso es compatible con afirmar que las virtudes de la voluntad son más continuas durante la vida humana, porque si bien el hombre no teoriza siempre, es decir, no siempre está pensando, en cambio, la virtud, si asiste siempre, ¿por qué? 

Porque la persona está más unida a su voluntad que a su inteligencia, de modo que la voluntad humana no actúa sin el actúa según virtud si la inteligencia, y no sólo la persona, también asiste a la voluntad consentimiento de a persona. Y lo que permite ese servicio son, precisamente, los hábitos y las virtudes.

La virtud de la voluntad refuerza directamente sus actos, no las pasiones de la sensibilidad, porque éstas son propias de los apetitos sensitivos. Por otra parte, quien ordena la formación de la virtud moral en la voluntad es la razón práctica.



 Voluntad y persona:

Se ha hablado de la razón y de la voluntad activadas. Inteligencia y voluntad son inmateriales enteramente.

Hablar de jerarquía es hablar de dirección, control, dominio. Es manifiesta la jerarquía de la inteligencia y de la voluntad respecto de las potencias inferiores. Que la inteligencia gobierna las potencias inferiores es evidente. Y así con las demás potencias. En ese gobierno también es claro que la inteligencia se ayuda de la voluntad. A la inteligencia asiste en compañía la voluntad. Tampoco por este lado notamos la superioridad de una facultad sobre otra, sino de las dos sobre las facultades sensibles. sino porque está más unida al alma. ¿Más que la voluntad? Sí.



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